miércoles, 22 de febrero de 2012

Álvaro Muñoz Robledano reseña las plaquettes "Hordas" (mía) y "Con los huesos al aire" (Margarita Mayordomo) en Ariadna RC.

Reseña de "Hordas":

http://www.ariadna-rc.com/numero54/critica07.htm



Reseña de "Con los huesos al aire":

http://www.ariadna-rc.com/numero54/critica06.htm


Poema de Margarita Mayordomo en "Con los huesos al aire":

Almohadas separadas

Necesitabas verme
necesitabas verme para nada

Amanezco
el pecho calcinado
y los ojos desiertos

Madrugada
Pido un poco de tiempo
Soy buena, nunca defraudo
un golpe de lujuria por la espalda
un trago de aguardiente seco
un pellizco masoquista
un pecado en movimiento
siempre

Tengo la piel reseca de esperar
de esperarte para nada
Tengo perdidas las fuerzas
tengo el alma con los huesos al aire

Y estoy cansada

-cansada de ser
el broche de las fiestas
el consuelo del borracho
el placer de la conquista
el territorio de la fantasía y el morbo

-cansada de esperar
un "lo siento" a la muerte de mi padre
un roce de unos dedos en la frente
un beso a la luz del día

-cansada de dormir en almohadas separadas
sola

sábado, 18 de febrero de 2012

Los niños de Frau Riefenstahl

 



(...) hasta las vacas fuimos
sin saberlas allí, lentas, rumiando
mediodía, doradas, casi enterradas.

Olvido García Valdés



Los niños de Frau Riefenstahl
recorren la Gran Vía
después de medianoche.


Forman un ejército
de fascistas hermosos,
una imagen
cinematográfica:
han salido a su madre.


Ya han llegado a Callao y desde allí
descienden
hacia Plaza de España,
hacia nosotros.


Únicamente conversábamos
cuando comenzamos a oír
la marabunta,
cada vez más cerca, más sonora.
Como si hubiera un cambio de rasante
antes que el cuerpo ascienden las cabezas
proporcionalmente grandes
y melódicas,
con la tuerca que sostiene la sonrisa
de los pequeños caballos del tiovivo
al que Leni les lleva los fines de semana
si son buenos.


Visten ropa infantil,
pero es visible
el futuro perfecto de sus cuerpos:
uniforme prusiano,
dentadura mariana,
los pómulos
del primer indoeuropeo,
el nadador macera
los músculos por Roma,
el bálano por Roma,
la saliva espera dentro de los labios,
controlada.
Sonríen
por estas intachables y prepúberes
poluciones nocturnas.


Marchan en perfectas filas y columnas
ocupando de un extremo a otro de la acera
ensanchada por la Ciencia Política
para que entren veinte niños de Riefenstahl
por línea:
delante, los arqueros,
les siguen los jinetes,
los rumiantes,
los tanques bíblicos,
en el centro
la gran mamá nocturna,
(la mamá que mastica,
la mamá-solitaria),
atrás,
las hienas
con la histeria estomacal de la ironía.


Lo primero que se oyen son las botas y las voces.
No sólo cantan,
no se animan con respuestas de entrenamientos militares
no lanzan proclamas al unísono;
cantan, se animan y proclaman
todo junto,
porque al rato son pájaros,
gritos de pájaros chocando contra rocas,
gritos de alerta,
de victoria
que avistan a la presa,
sonando desde ojos que miran siempre al frente
ojos sin mecanismo giratorio.


Y no nos atrevemos a movernos.


Estas aves
levantarán el vuelo
cuando corramos.


Jóvenes promesas
de la retórica,
gomorritas de la solución,
nos pulirán los genes,
nos vigilan:
se suben a la cama de su padre
si habla en sueños,
pegan su oreja de ternera a nuestros labios.


Querubines, proporcionales áureos,
desde su altura alada
ven niños africanos
con hígado inarmónico
y caen.


Y nosotros,
tan feos, rompefilas,
es necesario auparnos
para alcanzar la mesa de Mengele.
(¿Podríamos escapar?: Viene, olímpica, América,
con la capa y la antorcha
y la parte de atrás del autobús).


Ángeles,
adalides
del multiplicador de la eficiencia,
doctores del aparato digestivo,
aparecen en época de hambre.
A los enfermos
los llevan hasta el campo
para enterrar, como la vaca, medio cuerpo.
Ella conoce la montaña,
la mira cada día de cara a la pared.
Allí rebosa el arca
de agua mineral
y proteínas.


Han venido a salvarnos.
Hemos sido mujeres
asociales,
sin patria ni cultura,
mujeres que follan a horcajadas.
Somos aquel ladrón.
Hemos rezado
rodeados de vidrieras
en la licorería.
Probamos la mordida
del ácido en la placa de metal.


Nos procesan
por la mística después de medianoche
en los lavabos públicos.


Es inútil correr,
guarecerse en los bares
-buscar las bondades del serrín-
o en los aparcamientos
-el brazo subterráneo-
ya lo habíamos visto en las películas:
las aves se entierran en cristal
y abren el paso,
hay leones romanos
en el túnel.


Se produce una estampida controlada.
Moriremos bajo unas botas del 14.


Ellos se ocuparán de nuestro estómago,
el mismo que nos crece cada día,
el mismo que devoran cada noche.


Podemos ver la máquina
que enjabona y enjuaga
el pavimento.


Cuando amanezca,
la calle será blanca.




Hordas, 2011











domingo, 12 de febrero de 2012

Luz de laboratorio

Luz de laboratorio desde el feto
en su líquido amniótico. Sin tocar los cristales, cloroformo
y perversión cromada dentro de los tarros.
Agua. Una sentencia. La carne dentro de la boa.
Asomo la cabeza y a través de la lengua veo el jardín.

Sin auxilio, las crías, el hervor de los flujos
me digiere, estridencia de una córnea hacia el sol
hasta el descanso del cetáceo que hiberna y mis insectos.

El chillido de un topo, obligado arquitecto de su túnel,
con deliciosa cuerda me traspasa
y floto entre un jardín y otro jardín.

jueves, 9 de febrero de 2012

Apache - Poema de Deborah Antón, quien recitará en Desviaciones y Rotondas XI - Calvario Bar


IX Desviaciones y Rotondas
Jueves 09 febrero – 21:30 h.
Calvario Bar Calvario 16 Tirso de Molina
ALBERTO GUERRA
DIEGO MEDINA POVEDA
DEBORAH ANTÓN
FÁTIMA PÉREZ ROBLEDO
ÓSCAR CORRALES


Poema de Deborah Antón:

Apache

Soy un perro de caza.
Me han adiestrado contra
siete tipos distintos
de relaciones,
incluyendo sonrisas
y besos en la lluvia.

Mis fuerzas son mecánicas. No lloro
cuando veo en el fuego
mi pasado de perro en las montañas.
Me conformo con ver cómo reluce
el trabajo bien hecho, las monedas
que emite mi señor.

Yo también soñaría
con un ramo de flores
si pudiera. No puedo oler el miedo,
no puedo oler tus naúseas
ni tus ganas, no puedo
socorrer esa angustia.

Me programaron para relamerme,
cumplir con mi trabajo.
En mis miembros lisiados
por orden alfabético
no cabe más.

sábado, 4 de febrero de 2012

Grecia II

Una griega penetra en mi vestido.

-El autocar prosigue su trayecto-.

Una griega moderna, una apestada
por el embudo que fela nuestro guía.
Otra cosa sería
una mujer de mármol.

Yo me excuso
por la educación sentimental de los turistas.
Deberíamos hacer una parada; no es algo habitual
que una griega te explore.

El cicerone ordena:
Busquemos el destino en el folleto.
La griega se retuerce.
En serio, deberíamos parar.
Se quejan -repostamos-
de la alzada en el precio del petróleo.
Aspiro con fruición
la gasolina
-manifiesto de gases ondulados-
para que puedan llegarle hasta las bragas.

Dicen: - Allí se ve el Acrópolis.
(Vamos a quemar Grecia)
Dicen: - Seguiremos de noche aquella luz que guía a un restaurante.
(Calcinemos las maletas y los cuerpos,
machaquemos hasta el polvo cada diente, ni una madre
tendrá siquiera un hueso que enterrar).

Solo la griega y yo.

Y audaces, parcas
ruinas.

viernes, 3 de febrero de 2012

El poeta Juan Hospital espera al doble del dentista en una de sus salas


Palabras encontradas en la casa del príncipe

Digamos algo impar
una letra de tres
dígitos
o el calor
digamos el calor
lo que no puede ser

"lo que no puede ser
es que - tú - puedas decir lo que quieras
y los demás digamos
                                 sin quererlo
lo que - tú - quieras oír"

Digamos más
digamos una ráfaga de aire
algo relacionado con la boca
digamos - por ejemplo - el viento

"quizá me haga reír
dentro de un año o dos, pero perdona
de momento no tiene
la más
           mínima
                        gracia"

Digámoslo de otro modo
sobre todo la lluvia
digámosla
pronunciemos las gotas

Digamos que hay quien piensa
"esta vez me ha tocado a mí"
y por el qué dirán
                            y hasta la tumba
calle lo que ya todos sabemos
lo digamos o no

Y ahora
como la seda
digamos una niña entretenida
en cuclillas mirando algo en la tierra:

"¡papá!
           ¡hay mucho ahí!
                                    ¡mira papá,
cuánto!"
            digamos cuánto
                                   ¡adelante!
digámoslo, o mejor
no lo digamos

mejor
bajemos
los ojos
sin decir
nada

Juan Hospital