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domingo, 23 de noviembre de 2014

Jesús Ferrero escribe sobre mi libro "Mortífero, ingenuo y transparente"



 
 
"He aquí un libro denso, mortífero y a la vez poroso como el sueño de una noche de verano y frío de las noches árticas.
 
La autora juega con las contradicciones más sublimes y asombrosas, sabiendo que a la poesía le gustan los extremos que al juntarse estallan como aerolitos en el cielo del alma y en el del paladar.
 
¿A qué sabe la sangre cuando la noche se comprime y cabe en una sola palabra parecida a la muerte y al silencio que la envuelve?
 
¿Nuestra piel se cansa de todo antes que nuestra conciencia y nuestro deseo de vivir?
 
¿Qué palabra acudirá a nuestra garganta cuando la piel nos desahucie sin que medie ningún contrato?
 
¿Los banquetes se parecen a las autopsias porque entre la carne y nuestras manos se interpone siempre el metal?
 
Son preguntas que me hice nada más entrar en el mundo sobrecogedor y profundo de este poemario que yo calificaría de abisal.
 
Aquí la poética enjuta y densa–evocadora de los sollozos íntimos de Valente y Gamoneda- se mezcla sin atibo alguno de frontera con los universos oníricos e intensísimos hasta en su desolación más extrema de poemas como hotel, donde el registro lírico se desliza con la fluidez del miedo, el deseo y el espanto, conformando a veces secuencias cinematográficas de una muy turbadora película del alma, tan llena de sentido que solo puede desembocar en el silencio.
 
Según viajamos por el poemario, advertimos que los ríos “nos parodian fácilmente”, como bien sabía Narciso, o nos adentramos en el “código genético del mundo”, o vemos a una rubia platino suicidarse, o comprobamos cómo los ácaros y los humanos “se reproducen y sonríen como crece la muerte”, o advertimos que “la vejez y el lujo tienen tonos dorados”, o temblamos de carencias ontológicas, preguntas y respuestas al ver a una legión de jóvenes matarifes exhibiendo sus músculos romanos y sus sonrisas pétreas. Pero también podemos deslizarnos por los cielos azules de la infancia, en los que flotan las medusas como ectoplasmas asesinos.
 
Leer este libro es como caer de un jardín a otro, como subir de un vergel a otro, como gravitar en un mundo suspendido de un abismo muy íntimo, tan íntimo como el sueño, el cuerpo, la vida, la muerte y el vértigo."