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miércoles, 26 de agosto de 2015

Reseña de "Mortífero, ingenuo y transparente" en "El pulso" por Alberto Ávila Salazar





Poesía: “Mortífero, ingenuo y transparente”
24 agosto, 2015 por Alberto Ávila Salazar



María Solís Munuera nos presenta en su primer poemario una colección de versos tan intensa como seductora.


Mis últimas reseñas se han dedicado a rescatar o a descubrir autores esquivos, jóvenes y todavía por consagrar. En esta nueva entrega no voy a hacer una excepción y voy a prestarle atención a un libro que probablemente no ha recibido la que se merecía.

María Solís Munuera es una autora relativamente joven (nacida en 1976), su trayectoria poética es escueta, apenas una plaquette en 2011 y algunos poemas sueltos esparcidos en diversas antologías. Se puede decir que el libro que me ocupa es un debut, pese a la madurez y a la precisión estilística que exhibe. Ofrece una lectura ágil, casi fulgurante. Pero esa velocidad de lectura se compensa con un regusto denso que hace que sea un libro que, a buen seguro, acompañará al lector mucho tiempo.

jueves, 26 de marzo de 2015

Recital en "La Tournée de las Letras"

Os invito el próximo lunes, 30 de marzo, a la nueva presentación de "Mortífero, ingenuo y transparente", esta vez dentro del ciclo "La Tournée de las Letras" que tiene lugar semanalmente en el Café La Tournée, al lado del Teatro La Latina.

Me presenta la gran poeta (y amiga) Loren Fernández:

http://lorenfernandez.blogspot.com.es/

Comenzaremos a las 20h. Aparte de poemas del libro, leeré inéditos para no cansar a los que repetís evento.

Un abrazo, y allí os espero.



miércoles, 4 de marzo de 2015

Reseña de "Mortífero, ingenuo y transparente" en el blog de Loren Fernández

Espacio personal de una escritora: MARÍA SOLIS MUNUERA: ´"´MORTIFERO, INGENUO Y TRANS...:

Hace unas semanas se presentó en el Café Comercial el poemario "Mortífero, ingenuo y transparente" (ediciones Vitruvio), de María Solís Munuera. Presentación que se volvió a repetir el pasado jueves en la Casa del Libro de Madrid, ante el enorme éxito y la afluencia de público del acto anterior.

¿Y qué tiene este conjunto de poemas que ha llamado tanto la atención, que ha provocado tantas reseñas entusiastas y minuciosas? Sin duda, la gran personalidad poética de la autora: lo que escribe María Solís, aunque tiene pinceladas y ecos de grandes poetas, sobre todo americanos (la autora, además de una amplia cultura e inteligencia lectora, lee y traduce en varios idiomas), es algo que tiene un tono, un enfoque, un uso de los detalles y de las palabras que solo escucharemos en los poemas de María Solís.

Por un lado, su forma de mirar lo cotidiano, de adentrarse en mundos como el de los ácaros o la procesionaria, de reinterpretar la caza del zorro o el uso maternal de la saliva, de detectar la atracción de la muerte en una inocente escena de playa. 

Versos poderosos que van revelando su interior poco a poco, aderezados de humor y de espanto. Porque, en ocasiones, nos sorprende con imágenes siniestras, en las que el humor acentúa el horror (En el supermecado venden niñas / no más de cinco años, por favor)(El hombre que ha venido a salvarnos padece de anorexia); en otras, es un ironía casi tierna bajo el que se transparentan las sombras más tétricas (Ya es verano/porque ha caído un cuerpo en la piscina)(Mamá ha metido espejos en el pavo/Vomitaría, si estuviera vivo). La mirada lúcida sobre esa mezcla de miedo y amor, de asfixia y protección, que es la familia (-la madre, amor, higiene, catatonia-)(La precisión de la hora, del corte, del castigo a la hija,/a la pornografía de la masticación./La urbanidad, silencio/de tres) y la representación en toda su crudeza de la vida, en la que ni la ausencia de dolor (El doble del dentista me sonríe/dice que hay otra forma de cura: Sin dolor)ni la protección de la madre (Y las madres verdosas lo prohíben/pero el mar son espasmos de medusa) ni acatar las normas (Ha muerto una señora respetable./Austera, castellana,/los poros obstruidos de justicia) puede librarnos del veneno mortífero, ingenuo y transparente que flota en ese mar que es vivir, y en el que nos zambullimos con obstinación y entusiasmo, divertidos por lo mismo que de terrible tiene el juego. (...)