comienzo con su nombre.
Inconsciente -con toda esa grandeza-
la doy por supuesta, merecida,
igual que en un principio,
cuando jugué con ella y me sangró
infantil, deliciosa.
E infantil, deliciosa,
le construí una costra y la arranqué.
Adicta, circular.
La ensucié en este barro
para que mi madre se alegrara
un poco antes de la cena,
para lavarla juntas dando golpes
sobre el agua y en las profundidades
de la bañera rota,
de todos los fluidos.
no sé si a la par o me persigue.
Prefiero aventurar que me aventaja, ella crece
y tengo que esforzarme
para estar a su altura.
Se cansará de todo antes que yo.
Sobre ella marcan
el corte de pedazos aprovechables,
desprendiéndolos cuando han ganado.
Y la sangre, privada de su casa,
cae,
legal y gravitatoriamente,
por contrato.
Bieeeen, poemas nuevos. Qué buena eres, tía. Me quito el sombrero!
ResponderEliminarEres una poeta estupenda... Increíble. Me encantan tus imágenes.
ResponderEliminarMuchas gracias, guapos, voy a ponerme colorada...
ResponderEliminarLa piel ya no se me estira. Sólo una parte, claro.
ResponderEliminarEn cuanto a la bañera, no hace sino recordarme un vestido de novia, al cual acabas de empapar en fluidos.
Gracias por felicitarme por lo del libro. Te iba a escribir en estos días. Lo celebraremos en Madrid.
Un beso
Lo he leído varios días...impresionantes las imágenes.
ResponderEliminarBesos,
Antonia
Muchas gracias, Antonia: cómo me gusta que alguien me diga que ha vuelto a lo que he escrito, especialmente si ese alguien tiene tu calidad al escribir. Besos.
ResponderEliminarMe encanta!
ResponderEliminarRebeca, qué subidón de autoestima cuando un poema mío te encanta. El de Oz lo revisaré, o mejor lo dejaré reposar y volveré a él.
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